Y prueban,
huyen de su error,
lo desvirtúan,
lo repiten,
lo hacen al revés,
de pastillas,
de vino,
parados,
en silencio,
con la boca llena de pochoclos,
con el mal aliento de sus lágrimas,
con la epidermis al sol,
olvidándose de las fórmulas
y dándose cuenta
que son sólo niños
intentando ser
grandes que intentan ser felices.
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