19 de febrero de 2012






Nos pusimos a pensar quién tenía la culpa. De algún lado tenía que venir toda esta inventiva de ser como somos porque la vida es algo que se nos dio pero la pregunta es qué venía con nuestra naturaleza, qué elemento estuvo para dejarnos así. La primera respuesta fue el mes de diciembre, la alineación planetaria. Tal vez tu Venus se metió en mi Marte, tal vez el universo estuvo en una galaxia diferente, energéticamente complicada. Después volvimos a la hipótesis freudiana de nuestras madres, que seguramente no habían cumplido el antojo debido y por escasear la milanesa con dulce de leche he aquí que estamos. Quién diría que seríamos tan básicas que a nuestra concepción, por falta de llenar la gula, nos dejó la sensación de hambre continua. Pero por qué les echamos la culpa a ellas, por qué no la maldita costilla estaría implicada. Siendo sus nenitas nos desproporcionaron su tranquilidad. No salimos así. Otra posibilidad era que nos habían dado demasiado amor, que necesitábamos más golpes, más castigos, menos cunas. Evaluando las posibilidades caímos en la cuenta que podría ser el placar lleno de ropa. Tanta para un solo cuerpo solo podría inducir a nada, a que seríamos más felices con dos prendas que nos cobijaran. Tanto exceso es defecto, y tanta cantidad es desnudez. El clima, la humedad que mata. Nosotras. Nosotras que salimos así y no nos importa nada porque nos deja vivas entre nosotras. Y lo más lindo de la incomprensión
es tu comprensión divina.
Sin tanto mambo
no podríamos bailar juntas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario