15 de diciembre de 2011

Yo no quiero que en mi espina vaya a yacer. Esto que me imposibilita el crecer.





Parecería mentira admitir todas las mil millones de personas tenemos a nuestro lado, las que corresponden en el mometno debido y en el espacio, o cómo a nosotros nos tocó ser quienes somos. Uno no sabe si debérselo al azar, la fortuna o al por qué misterioso de las cosas que existe pero que no se quiere hacer ver (tampoco importaría). Simplemente nos tocó. Somos esto. Con lo otro. Peleamos por aquello. Cuando uno piensa en esas amistades que no tienen fin, que son eso, infinito puro, conexión de ámbar y qué se yo de mil poesías, dice, qué habría pasado si esto no se hubiera dado. Y no hay respuesta, porque así fue. ENtonces en el amor pasa lo mismo. Golpes de horno en diferentes puntos del cerebro, en dimensiones cada vez más lejanas de lo que pretendemos. Y por eso realmente me digo cómo cambié en estos años, cuánto me falta, cuánto fui y volví. Y ahí estás. Sentado, mirándome y diciendo que todo está bien, que tus verdades me las vas a gritar siempre, que no se trata de que me hagan bien o mal sino de decírmelas. Y yo lo valoro. Porque significa que la situación no puede ir más allá de mi cabeza, que tus palabras me van a llegar para explicarme un poco y no voy a tener que ser yo la que por medio de hipótesis y enrosques voy a tener que traducir lo indecifrable. Entonces sí, confío en vos, si no me ofrecés más que el frío de la realidad tan cálidamente que me dejás sin palabras. Porque yo no entiendo. Realmente no entiendo de qué se trata todo esto. Supongo que no es necesario. Pero huele dulce. La inestabilidad no es inestable si se tiene en cuenta el tiempo y forma, pero a veces futurear hace mal y es necesario. Más que hablar con vos debería hablar conmigo. Ir al baño, mirarme al espejo y preguntarme qué me pasa. Me gustás. Hace cuanto que no decía eso. ENtonces el miedo a mi limitación, no sé en dónde queda. Mi manija a dónde va a parar. Y en este momento sigue sin ser necesario. y en este momento me pregunto y me contesto lo mismo. Otra vez, otra vez, otra.

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