1 de diciembre de 2011

efimérides

Me dice tu espectro
que le gusta hablar conmigo
que si fuera por él,
nos hubiésemos comido un pancho por cabildo,
y que la culpa fue mía por no haberlo tenido en cuenta.

Mi espectro piensa todo lo contrario:
cómo tener en cuenta
a una voz tan poco palpable.

Si nos hubiéramos encontrado
qué habrían hecho dos cuerpos
mirándose la materia que chorrean.
El hechizo se hubiera roto,
el estado de omnipresencia habría tenido
cara y apellido.

¿Ves? por eso nunca me llamás por mi nombre,
me sacarías también de la forma abstracta que te influye.
La necesidad de enunciatario
es tan fuerte,
tan lejana del mundo físico.
Pero como todo,
tiene su contra,
su freno,
el de estar sí o sí condenado a romperse.

Si te veo nunca va a haber esa fluidez de máscara
si no, nos vamos a aburrir hasta dejarnos ir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario