22 de febrero de 2011

Habremos sido.

Y yo sabía que vos tenías tu vida y yo la mía, pero nos vinculábamos y nos
la hacíamos nuestra. Pero qué se yo que cómo fue, que decidimos dejarnos y ya
cuando uno se acostumbra a pasar de estación sin un amor presente hasta lo
disfruta. Aprende a aguantarse, a escucharse, a quererse, a disponerse de sus
memorias. Uno en la soledad también se recrea, también ama el placer de uno
mismo, juega a desvelarse y entre tirones y pequeños llantitos se conforma con
lo que es el día a día y hasta lo adora. Entonces ya cuando uno sabe que es uno,
el otro el otro y las vidas desvinculadas siguen, todo se hace más fácil, y
caminar solo no duele tanto, sabiendo teóricamente que el mundo continua, que el
otro está quien sabe dónde o por qué o quienesfueran; se sabe que el extraño
también continúa su vida, también camina solo, también lo disfruta, también
acaricia su cuerpo alargado y flacucho, también ama al silencio.
Entonces
las cosas andan claras, el juego ya se desvaneció y ahora uno es el solitario,
todo-en-ordentodo. Y hay hechos simples que nos demoronan de esta armonía, un
recuerdo que a uno lo espanta, que encuentra abajo de la zanja, que le toca la
puerta a la hora de cenar o de despertarse o abajo de las baldosas, hay llamadas
que resuenan por toda la casa y hasta las toallas nos avisan que
algoestásonando. Algo que no tiene nombre o sí, congreso de tucumán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario